Un estudio analizó cómo las experiencias vividas afectan a la calidad del sueño en los perros. Acompañados por sus tutores humanos, 16 perros participaron en polisomnografías, un método no invasivo diseñado para examinar su actividad cerebral mientras dormían.
Antes de dormir, los perros fueron expuestos a interacciones:
1. Positivas: juegos con caricias y voces amables.
2. Negativas: primero, fueron dejados solos durante dos minutos; luego, con su humano de vuelta junto a ellos, una persona desconocida se acercó al perro manteniendo contacto visual sin tocarlo, y, finalmente, se sentó frente al perro mirándolo fijamente, sin interactuar.
Tras las experiencias positivas, los perros dormían el 65,81% del tiempo (3 horas en total). Tras las interacciones negativas, dormían el 72,46% de las 3 horas. Aunque tardaban más en dormirse después de vivir momentos agradables, tras las interacciones estresantes se dormían rápidamente, indicando una adaptación al estrés. El sueño REM, que procesa emociones, aumentaba tras las experiencias negativas.
La personalidad de los perros influyó en su respuesta. Los perros más «afables» y menos «curiosos» buscaron más seguridad en situaciones negativas, mientras que los más «cuidadosos» exhibieron más juego no social en interacciones positivas. Estas diferencias también afectaron la duración del sueño no REM, lo que sugiere que la personalidad modula las respuestas emocionales.
Los perros tienen un sueño polifásico, con ciclos cortos de sueño y vigilia a lo largo del día. Su estructura de sueño incluye fases de vigilia, somnolencia, sueño no REM y REM, y un patrón circadiano que los hace ser más activos al amanecer, con descanso por la tarde.
El estado emocional influye en la calidad del sueño, por lo que un día estresante puede afectar su duración y profundidad.
El descanso de los perros refleja tanto su bienestar físico como emocional, y la estabilidad emocional es clave para garantizar un sueño reparador.
Cuidado con el perro, tiene sentimientos.
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📖 Sleep macrostructure is modulated by positive and negative social experience in adult pet dogs – 2017
