La especie humana se considera a sí misma como el único animal capaz de tener emociones, intereses, inteligencia, etc.
Nos repiten desde que nacemos que la especie humana es superior a otras, sagrada, única, especial, y el centro de todo.
Los demás animales son considerados inferiores, servidores, medios para un fin humano. Negándoles su condición de individuo, son «objetos de compra-venta», «mascotas», «animales de compañía», etc. Nuestra sociedad nos adoctrina en que los animales deben adaptarse a nuestra vida y nunca molestar.
Los demás animales nos recuerdan a los humanos en la película ‘El planeta de los simios’: Seres con capacidad de sentir e intereses propios, que viven sometidos al capricho de una especie que los considera inferiores.
Lo que muchas veces nos plantean en consulta como un problema, no es más que un perro maravilloso tratando de expresarse. Un perro que tiene miedos, que tiene una historia, que necesita desesperadamente respeto y empatía.
Aprendamos a cambiar hacia una perspectiva más inclusiva, con más equidad, donde todas las personas (incluidas las no humanas) tengan su espacio, y la libertad de ser quienes son sin deberle nada a nadie.
Que en tu familia, y en tu vida diaria, no exista nadie «de segunda».
«Necesitamos un concepto más sabio y más místico de los animales. Alejada de la naturaleza, y viviendo con complejos artificios, la civilización humana contempla a otras criaturas a través del cristal de su conocimiento y ve así una pluma magnificada, y toda la imagen distorsionada. Somos condescendientes con ellos porque les vemos incompletos, por el trágico destino de haber caído tan por debajo nuestro. Y ahí es donde erramos. Porque los demás animales no deben ser medidos por la especie humana. En un mundo más antiguo y más completo que el nuestro, se mueven acabados y enteros, dotados de sentidos que hemos perdido o nunca tuvimos, viviendo de las voces que nunca oiremos. No son hermanos, no son subordinados: son otras naciones, atrapadas con la nuestra en la red de la vida y el tiempo, compañeras de prisión del esplendor y los dolores de la tierra.»
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